Cuando llegamos al aparcamiento del “Gure Txoko” -un skatepark indoor de Bilbao, y cuya traducción del euskera sería “Nuestro sitio”-, Ian y sus padres ya nos están esperando. Está lloviendo, hace ya semanas que el otoño ha enseñado sus dientes y que andamos con gorro y chamarra. Pero me fijo que hay un crio sentado en el maletero de un coche, en manga corta. Se está colocando unas rodilleras que abultan más que él y que están, literalmente, hechas polvo. Para las coderas pide ayuda a su padre, porque las cintas de velcro hace tiempo que se rompieron y ahora se las tienen que fijar con cinta americana de color gris. Y por último, el casco. Sin pegatinas de marcas ni historias. De hecho, no veo nada de marca: ni la camiseta, ni los pantalones, incluso las zapatillas son de Decathlon.
Mientras los mayores parlotean, presentaciones, besos, cámaras, trípode, bla bla bla, el enano se impacienta. Pero no osa molestar: a los mayores, se les respeta. Aunque estén charlando en el parking haciéndote perder tiempo de engorile.
Me han dicho que lo que tengo delante es como un malabarista del skate en miniatura. Entre eso, y la edad que tiene, 9 años, uno podría esperar encontrarse una especie de mini-pro con aires de listillo y los típicos padres que sólo saben hablar de lo increíble que es su hijo con el patín en los pies. Nada más lejos de la realidad. Antes de entrar al Gure –como ellos lo llaman-, Ama le recuerda que es domingo por la tarde y aún le quedan deberes por hacer, así que lo de estar patinando hoy es una excepción. Aita le recuerda que mañana toca cole, así que no van a estar mucho rato.
Ian sale corriendo como un rayo escaleras arriba y directo al bowl “de los mayores”. ¡No nos da tiempo ni a quitarnos el gorro, ni la chaqueta, ni plantar trípode ni cristo que lo fundó! A la que llega su turno –porque a los mayores, y más en el skatepark, se les respeta-, ya lo tenemos volando por fuera del coping sin darnos tiempo ni a encuadrar.
Cuando la tarjeta de memoria de la cámara dice ¡basta!, dejamos al enano a lo suyo –a él la batería no se le gasta-, y salimos a charlar con los padres de la criatura. Nada más empezar la conversación, uno entiende de dónde salen la humildad y sencillez de Ian. Igor y Zulay son de esas personas que a los 5 minutos te hacen sentir uno más. Tenemos que agradecerles que nos dejen estar hoy aquí, ya que no les hace mucha gracia lo de las entrevistas, esponsors y gaitas varias. Como buena madre vasca, Zulay saca el genio y deja claro que no le gustan algunas de las tonterías que rodean a este “mundillo” del skate, y que Ian patina porque él quiere y porque se divierte:
“Con dos añitos ya andaba todo el día con la bici subiendo y bajando escaleras. Como regalo para su sexto cumpleaños, pidió unas clases de surf.” Ahí ya empezó a destacar, hasta que una ola grande le dio un buen susto, y al salir del agua, lo tuvo claro: “ama, cómprame un skate que con eso no me voy a ahogar.”
Por aquellos años, la familia veraneaba en Torrevieja, y sortear guiris en el paseo con el patín se convirtió en el mejor aprendizaje para Ian. Apenas 3 años más tarde, empezó a competir, quedando segundo en la sub 18 de Vitoria, primero en la sub 12 y tercero en la sub 16 de Bermeo.
“Pero él no le da ninguna importancia. Es que no es consciente. Para él una competición es sólo una oportunidad para patinar. De hecho, no le acaban de gustar este tipo de eventos, no se siente a gusto con lo que ve, con el ambiente que se respira, con la competencia que se crea y le da igual el puesto en el que quede, él va a divertirse y de hecho, normalmente los premios que le dan los suele regalar.”
Ian está acostumbrado a relacionarse con gente mayor ya que en Bermeo apenas hay niños que patinen. Algunos de sus «hermanos» adoptivos son Gorka Pertika, Jon Astui, Oskar, Jonan, Sapi, Gonzalo Irrigaras, Unatz Bengoa… “son gente que se portan maravillosamente bien con él, le ven como un adulto, no le tratan como a un niño, es una persona más que patina y es muy curioso ver la relación que tienen entre ellos, hablan de los mismos temas, del truco que te has sacado, como te lo has sacado…, es muy divertido verles juntos.”
La charla se interrumpe un momento. Igor está pendiente de la hora y entra para echar un ojo a Ian y advertirle: “venga, ve recogiendo que enseguida nos vamos” (lo llevas claro –pensamos los demás- al verle picado con un truco que no acaba de planchar). Zulay prosigue: “Este año, los críos de su edad han hecho la comunión y el consiguiente viaje a Eurodisney -¿qué ha pasado con el compás y el casio negro que te regalaban en mi época?- el caso que para que no fuera menos le preguntamos si para su cumple quería ir a Eurodisney. Y dijo que a ver princesas fuera otro, que él quería patinar. Como hacia poco que habíamos comprado una autocaravana, quería que le lleváramos todo el mes a conocer nuevos spots. Y así hicimos”.
La naturalidad con que hablan Zulay e Igor de la habilidad de su hijo patinando es la misma que la humildad de este pequeño skater: “no tenemos ni idea de dónde lo ha sacado, nosotros nunca hemos andado en historias de tablas, igual es que tiene un don, no lo sé, pero para él es algo super natural, como andar.”
El año pasado se celebró una competición en el Gure, y el requisito para participar era ir disfrazado de truco de skate, con un premio de 100 € al mejor disfraz “Lo pusimos de Madonna, con medias de rejilla, falda, peluca ¡y tacones! y se llevó el premio” pero al ser tan pequeño no le quisieron dar los 100 € de premio, así que le dieron una bolsa de regalos de la marca que organizaba el evento. “Entonces el chico de la marca vino a preguntarme si le había gustado el regalo. Le llamé: “Ian, ¿qué te han dado?” Y sacó una toalla. Y dice el chico: ¿y todo lo demás? “Pues nada, he ido regalando, como a fulanito le gustan las gorras, le he dado la gorra, al otro la camiseta, etc… pero la toalla me la he quedado, ama, es que era de Mickey Mouse, quién la iba a querer…” Así que luego le prepararon otra bolsa. Pero es que Ian no es de querer tener muchas cosas. Por ejemplo tiene un amiguito que quería empezar a patinar… y cogió y le montó una tabla con unos ejes, ruedas y madera que tenía él y se la dio.”
Hoy en día, las marcas “fichan” a chavales cada vez más jóvenes. ¿Recibe Ian alguna ayuda, dinero o material? Nada, lo que va sacando en las competiciones y lo que le compramos sus aitas… Es verdad que alguna vez ha venido alguna tienda que le ha querido patrocinar, pero es que por ahora podemos pagarle el material nosotros, y yo lo veo muy pequeño todavía para el tema de patrocinios y demás. Puede que algún día le llegue, pero ahora mismo me parece que es, en cierta manera, prostituir al niño. Ahora mismo es un alma pura que patina porque le gusta y le divierte y lo que nos da miedo es que esa diversión se convierta en una obligación: de tener que ir a unos campeonatos, de tener que llevar una ropa concreta, etc… entonces, mientras se pueda mantener al margen de todo eso, creemos que se mantendrá más puro. Cuando le llegue que él decida. Pienso que a veces, cuando esponsorizan a críos tan pequeños, es más porque los padres quieren y no tanto porque a los niños les haga ilusión. Y nosotros queremos que tenga la libertad de decidir cuando él quiera, no cuando nosotros queramos. Y 9 años no es edad para decidir.”
Y ya que hablamos de decisiones y futuro, ¿qué proyección esperáis para Ian?
Igor lo tiene claro: “La que él quiera tener. Al final lo que le gusta es patinar. Ahora su ilusión es conocer cuantas más pistas mejor. Y eso hacemos cada finde. Con la autocaravana, vamos rulando por pistas y lo disfruta muchísimo.” Zulay prosigue: “Él no se plantea un fin de semana como el de sus amigos, de bajar al parque y comprarse chuches y jugar con el móvil. Lleva otra vida diferente. De hecho, fíjate, para su cumple le tanteamos también a ver si quería un móvil, y me dijo: “ama, ¿para qué? ¿Para estar en el parque jugando con el móvil y comiendo patatas? ¿Para qué bajo con mi amigo si no voy a hablar con él??? Si alguien me quiere localizar que te llamen a ti y ya está”. Por eso digo que es un poco peculiar, a veces tiene salidas un poco distintas…”
Se ha hecho muy tarde, y el “Gure” está a punto de cerrar. ¿Adivináis a quién no han conseguido sacar aún de la pista? Aita se pone firme e Ian no osa desafiarle. Rápidamente –tanto como el sudor y el agotamiento le permiten- se empieza a quitar el traje de robocop. Zulay aprovecha para quitarse una espinita con nosotros: “sobre el tema esponsors, promoción y redes sociales, me llama mucho la atención que hay niños que tienen más videos que Tony Hawk! Está muy bien que una marca te dé ropa, tablas,… pero esa obligación de subir contenido a las RRSS no me hace gracia, porque les estamos vendiendo como productos y creo que se puede hacer de otra manera. Las marcas se deberían plantear que no por tener más “likes” o visualizaciones, ese chaval es el mejor. Podrían plantearse, por ejemplo, ayudar a los chavales no sólo dándoles 4 tablas, sino pagándoles un seguro médico. En ciclismo, atletismo o cualquier deporte, el que gana se lleva el premio, pero en los deportes de acción todo está más corrupto, se vende más la imagen, y eso es lo que no me gusta y me echa para atrás.”
Mientras el Gure baja la persiana, caminamos hasta los coches. La sonrisa de Ian no puede resplandecer más. ¿Cómo ha ido?, ¿has planchado algo nuevo? A la respuesta, ya me empiezo a acostumbrar: hombros encogidos, mirada tímida y sonrisa de felicidad, esa sonrisa que nos sale sin darnos cuenta cuando no somos conscientes de lo felices que somos: “ha estado bien” Mientras Aita le ayuda a quitarse las rodilleras, nos damos cuenta de que las zapatillas también sobreviven gracias a la cinta americana. “Le quisimos comprar unas –marca X- pero dijo que eran muy caras, y total, para romperlas patinando, prefería seguir con las suyas de Decathlon”. La lluvia aprieta y nos despedimos desde los coches. A la familia, le queda una hora de coche hasta su casa en Bermeo, y a Ian deberes por acabar. Mañana volverá al cole, pensando ya en qué skatepark podrá descubrir el próximo fin de semana.
Muchas gracias a BCore Disc y Bullitt por cedernos los derechos de la canción del vídeo, a Gure Txoko Skatepark por abrirnos sus puertas, a Gorka Pertika y Jon Fonda (Ojo de Pez) por las fotografías a Dirtyflows por la edición y por supuesto a los padres de Ian por concedernos la entrevista.
por Helga Molinero y David Gimeno A